El concejo riosellano, cuya capital es Ribadesella, limita al norte con el mar Cantábrico, al sur con Cangas de Onís y Parres, al este con Llanes y al oeste con Caravia. Consta de 84 Km. cuadrados y forma parte de la comarca del Oriente de Asturias. Formado por 9 parroquias que engloban un total de 37 núcleos de población que superan los 6.000 habitantes.
El enclave natural conjuga montañas calizas en el interior como la sierra de Escapa donde desde el pico Mofrechu (897 m) se descubren panorámicas de los Picos de Europa y de la desembocadura de la majestuosa ría en la que se convierte el río Sella, con los montes Corveru y Somos que flanquean dicha ría y tocan las arenas de la playa de Santa Marina. Aparte del río Sella, conviene destacar el río Guadamía, que hace de frontera con el concejo vecino de Llanes, que en su desembocadura da nombre una playa de extraordinaria belleza, en el pueblo de Curres.
Los acantilados de Ribadesella constituidos por materiales «jurásicos» que tiene impresas algunas huellas de dinosaurio en los Acantilados de Tereñes, la playa de Vega, el Pedral de Arra o el pedregal el la «Punta del Pozu» en la parte occidental de la playa de Ribadesella.
Ribadesella fue una de las cunas mundiales de la civilización paleolítica durante 25.000 años, civilización que dejó muestras de su arte y costumbres en diversas cuevas y abrigos naturales localizados en distintos puntos del concejo, aunque la más importante es la cueva de Tito Bustillo, impresionantes representaciones del arte rupestre.
La villa de Ribadesella fundada por Alfonso X el Sabio. Fue uno de los principales puertos de abrigo del Cantábrico del S. XIX. , aunque a principios del siglo XX la actividad portuaria comenzó un lento declive hasta quedar reducida a los usos pesqueros y al de puerto deportivo.
La Edad Media fue de esplendor por el comercio marítimo, sobretodo de la sal, necesaria para la salazón de pescados, y por los astilleros, que utilizaban la madera que se transportaba por el Sella. El estuario del Sella fue enclave ballenero. Carlos III donó 100.000 reales para las obras de ensanche y mejora del puerto que finalizarían un siglo más tarde. En 1865, terminado el ensanche, se construye un puente de madera sobre el Sella, que fue sustituido por otro de hierro en 1892. Destruido éste en 1937 victima de la Guerra Civil y en 1940 se inauguró el actual puente de hormigón, que sirve como meta del famoso Descenso Internacional del Sella. En los años sesenta y setenta se acabó de urbanizar el arenal de la playa de Santa María, quedando la villa configurada tal como hoy la conocemos.
En la gastronomía de mar y tierra la cocina tradicional marinera es la más apreciada, destacando las calderetas, las marmitas y los fideos con besugo. Sin olvidar la «merluza del pinchu», la lubina, el besugo, el «xáragu», el «pixín», el rey, el lenguado o los salmonetes, la angula y la estrella del verano el bonito. Además del marisco como el percebe de sus acantilados.
Lugares a visitar
Cueva de Tito Bustillo
Iglesia de Sta. María Magdalena
Palacio Prieto-Cutre, sede del Ayuntamiento
Casas de los Collado, actual Oficina de Correos
«El Escudo», casa natal de Darío de Regoyos
Plaza de la reina Mª Cristina
Torre de la Atalaya
Plaza Nueva
Ermita de Ntra. Sra. de Guia
Paseo de Doña Letizia
Ruta del Puerto, conjunto de seis paneles, pintados por Antonio Mingote, en el Paseo de La Grúa que repasan la historia de la Villa desde la Prehistoria a nuestros días.
Playa de l’Atalaya
Paseo de la Playa y playa de Sta. Marina, con sus magníficas casas de indianos.
Gran Vía de Agustín Argí¼elles (Centro del comercio y la hostelería de Ribadesella)
La Cuevona de Cuevas del Agua
El tesoro del Ordovícico